Pedro Castillo: denuncian que pseudos luchadores sociales cobran por entradas a Palacio y ministerios
Según ha corroborado Maruja Inquilla, Lourdes Huanca Bustamante primero cobró 20 soles por los supuestos fotochecks que se necesitaban para identificar a los dirigentes del pueblo.
Maruja Inquilla Sucasaca, antigua dirigente ambiental puneña revela, en exclusiva, la lucha del verdadero pueblo peruano por ser escuchado. Maruja es la voz de los que aún esperan sentados al lado del camino que el presidente Pedro Castillo finalmente cumpla su promesa y escuche a los verdaderos representantes de ese pueblo.
En su infructuoso intento de hablar con Pedro Castillo, la hija del antiguo luchador social de Puno, Florentino Inquilla Bustinsa, ha sufrido y ha sido testigo de una verdadera mafia que maneja y engaña a los verdaderos líderes populares.
“Me da mucha pena que trabajen de esa manera de querer engañarnos porque los que venimos de las regiones con nuestros proyectos a sugerir y hablar con el presidente, esas personas no nos permiten”, dice Inquilla Sucasaca.
El miércoles 17 de agosto, mientras Maruja Inquilla esperaba afuera de Palacio ser supuestamente atendida por el mandatario, un grupo de pseudo luchadores sociales la agredieron afuera de Palacio.
Maruja logró reconocer a una de sus agresoras. Como se ve en el video, es Ana Karina Ramos Otanzu, una docente puneña que pasa sus días en Lima haciéndose pasar como luchadora social.
Según ha investigado Maruja, esta mujer engaña a los campesinos que llegan a Palacio cobrándoles cupos por colocar sus currículos en diferentes ministerios, prometiéndoles puestos y contratos de trabajo a cambio de dinero. En pocas palabras, trafica con puestos de trabajo en el Estado.
Desde un inicio, Lourdes Huanca Bustamante intentó lucrar con su cercanía a Castillo Terrones. Según ha corroborado Maruja Inquilla, primero cobró 20 soles por los supuestos fotochecks que se necesitaban para identificar a los dirigentes del pueblo. Luego, en los primeros ingresos a Palacio, también cobraba por los chalecos rojos que lucían para uniformarlos.
Maruja dice ser testigo no solo de conversaciones, también de entregas de dinero. Su voz es la de decenas de dirigentes engañados que, por ahora, tienen miedo a denunciar por temor a las represalias.
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